El neurólogo Dr. Justo Gonzalo Rodríguez-Leal, quien documentó el caso en aquel momento, afirmó que el Paciente M había perdido gran parte de su visión.
Sin embargo, lo poco que podía ver parecía estar invertido, con personas y objetos apareciendo en el lado opuesto de su campo visual. Además, lograba leer números y letras tanto de forma correcta como invertida, y percibía imágenes duplicadas o triplicadas, con colores que parecían despegarse de los objetos a los que pertenecían.
En una instancia, describió haber visto a hombres caminando boca abajo sobre un andamio. En otro caso, fue capaz de leer un periódico sin problemas, sin importar su orientación.
El Paciente M permaneció como un enigma médico durante muchos años. Sorprendentemente, a pesar de su lesión, vivió varias décadas más, hasta su fallecimiento en los años 90. Este singular caso sigue generando interrogantes y desafiando nuestro entendimiento sobre el cerebro y sus respuestas a traumas extremos.
Sin más por el momento …
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