Parte de esta carretera fue construida con mano de obra de prisioneros paraguayos, durante la guerra del Chaco en la década de 1930. Fue parte de una de las pocas rutas que conectan la selva amazónica del norte del país, con la urbe paceña.
Debido a sus pendientes pronunciadas, con un ancho de un solo carril (3 m en algunos lugares), y la falta de guardarraíles, este camino se tornaba extremadamente peligroso.
Además en la zona son habituales la lluvia y la niebla, que disminuyen notablemente la visibilidad, el piso embarrado y las piedras sueltas que caen desde las montañas.