* Los artesanos en la antigua Roma lograron diseñar copas dicroicas que cambiaban de color con el uso de nanotecnología.
* La reliquia romana de 1.600 años de antigüedad se conserva en el Museo Británico de Londres y causa fascinación por su capacidad de cambiar de color de acuerdo a la proyección de luz y según el líquido vertido en ella.

En algún taller de orfebrería y vidriería del antiguo Imperio Romano, fue elaborado un tesoro con una tecnología que incluso en la actualidad, (dieciséis siglos más tarde), nos cuesta comprender. Se trata de la COPA DE LICURGO, sorprendente por su belleza, y por las propiedades del cristal que hacen cambiarla de color en función del impacto de la luz.

La Copa de Licurgo hoy se encuentra en el Museo Británico de Londres, pero su origen data de mucho tiempo atrás. Fue elaborada en el siglo IV por artesanos romanos de aquel entonces.

* Su sello distintivo más que su antigüedad, tiene que ver con su cambio de color.

El cambio de color depende de la dirección de la luz. Cuando se la alumbra por delante, su color es verde y opaco, pero cuando se lo ilumina por detrás, toma una tonalidad roja, completamente diferente a la inicial.



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¿Cómo consiguieron los artesanos romanos este efecto dicroico? Resulta evidente que sabían cómo hacerlo, fue una característica buscada en la elaboración de ciertos objetos de vidrio que lamentablemente no han llegado hasta hoy. 

* En los 90 del siglo pasado, los científicos del museo Británico de Londres le dedicaron varios estudios a la pieza. El vidrio fue examinado con microscopios, descubriendo que el efecto era tan complicado que tan solo podía ser obtenido a partir de una fusión muy compleja de este material con partículas de plata y oro, reducidas a un tamaño 1.000 VECES MÁS PEQUEÑO QUE UN GRANO DE SAL. Y es que solamente con este tipo de nanotecnología podía obtenerse la distorsión del cristal, que no es factible con dosis de plata y oro de mayores dimensiones. 

*El efecto únicamente se alcanza si las partículas se incorporan de forma coloidal.

Cuando David Benjamin Harden, uno de los primeros en tener acceso a su análisis, la examinó, quedó maravillado. Al punto de que describió a la copa como "la pieza de vidrio más espectacular que conocemos de ese período".

Los detalles en plata ornamentan la pieza, que representa la muerte de Licurgo, el mitológico rey de Tracia que prohibió el culto a Dionisio, dios del vino. Más allá de la suntuosidad de la copa, su capacidad de cambiar de color es lo que despierta admiración.

La copa tiene una composición química similar a otros vidrios de época romana: sílice, sosa y cal; 0,5 de manganeso y otros elementos; y como se ha dicho anteriormente, cantidades mínimas de plata, concretamente 300 partes por millón y 40 partes por millón de oro.

Tales partículas son las que posibilitan el cambio de color, aunque no solo varía dependiendo de la ubicación del observador o la iluminación. La pigmentación de la copa se modifica también de acuerdo al líquido que se vierta dentro de ella.



En su momento, el hallazgo ocasionó asombro, pero también escepticismo. Muchos científicos se negaban a la posibilidad de que 1.600 años atrás, artesanos sin el menor conocimiento técnico hubieran logrado desarrollar una pieza tan avanzada. 

* Conseguir esa escala diminuta de nanómetros requeriría máquinas o, en su defecto, una destreza inusual.

La combinación tan precisa de los metales instala dudas. Resulta descabellado pensar que los romanos pudieran entender hace más de un milenio y medio cómo utilizar las nanopartículas que, muchos años después, serían la base para desarrollar la nanotecnología, tan importante para diagnosticar enfermedades y detectar posibles riesgos en la salud.

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