Según la tradición babilónica, ella es descrita como “un espíritu oscuro con una sexualidad peligrosa e incontrolable". Lilith, es considerada por la tradición hebrea como la primera mujer y la primera esposa de Adán

A decir verdad Lilith – o Layla – que también se encuentra en otras religiones mesopotámicas antiguas; era un demonio femenino, que trajo con ella tormenta, infortunio, enfermedad y muerte.

En El Génesis, Lilith nunca aparece, pues para muchos es un personaje incómodo y “políticamente incorrecto”. En cambio, los textos de la Cábala judía nos cuentan su historia junto con el mito original de la creación. Según estos textos, de hecho, en el principio no existían Adán y Eva, sino Adán y Lilith. Dios los creó modelando dos montones idénticos de arcilla, por lo que los creó iguales, al mismo nivel, a su imagen y semejanza. Lilith era tan libre como Adán, pero Adán trató de subyugarla, en especial sexualmente, y ella se rebeló. 

ELLA DIJO,”YO NO ME ACOSTARÉ DEBAJO”, Y ÉL DIJO,”YO NO ME ACOSTARÉ A TU LADO, SOLO ENCIMA DE TI. PUES ESTÁS HECHA SOLO PARA ESTAR DEBAJO, MIENTRAS QUE YO FUI HECHO PARA ESTAR ENCIMA”.

En el Alfabeto de Ben Sira (escrito entre el siglo VIII y el XI), se narra cómo Lilith se resistió a yacer por debajo de Adán: «¿ Por qué he de yacer debajo de ti? Yo también fui hecha con polvo y por tanto, soy tu igual», afirmó Lilith, que, al ser forzada por Adán a obedecerle, pronunció el nombre de Dios en vano y decidió abandonar el Edén con dirección al Mar Rojo.

Según el libro del Génesis, Eva fue la primera mujer (y el segundo ser humano) en la historia de la Humanidad, siendo creada por Dios en el jardín del Edén como compañera de Adán, a partir de una costilla de éste: “Y de la costilla que Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces a Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada”.

Entonces, según la tradición cristiana, fue la primera mujer que existió en la faz de la tierra. Sin embargo, algunas interpretaciones rabínicas han analizado otra referencia bíblica, citada en un versículo anterior (Génesis, 1,27), que dice: “Creó, pues, Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó”. Esta cita, a juicio de algunos, significaría que hubo otra mujer antes que Eva, la cual terminó abandonando el Paraíso.

Si bien hoy suele interpretarse la mencionada cita bíblica en Génesis 1,27 como un mismo hecho explicado dos veces, algunos estudiosos interpretan que Dios creó en primer lugar a una mujer a imagen suya, formada al mismo tiempo que Adán, y sólo más tarde habría creado de la costilla de Adán a Eva. La primera mujer a la que alude Génesis 1, 27 sería Lilith o Lilit, una mujer que abandonó a su marido y el jardín del Edén.

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«Yo también fui hecha con polvo»

«Yo también fui hecha con polvo»

En este sentido, existe otra interpretación que presenta a Lilith como una criatura igual a Adán, hecha de polvo puro, que se rebela contra los designios divinos y muestra un marcado carácter. 

Según el Yalqut Reubeni –una colección del siglo XVII de midrashim (interpretaciones de textos antiguos) por el rabino Rubén Hoschke Kohen–, « Dios formó a Lilith del mismo modo que había formado a Adán, aunque utilizó inmundicia y sedimento en lugar de polvo puro». La inmundicia habría convertido a esta criatura en un demonio del que, a su vez, nacieron otras criaturas malignas que «todavía atormentan a la humanidad». Estos demonios hembras se dedicaban a atacar a las madres durante los partos con el fin de robar al recién nacido para luego matarlo, como retrata un sello cilíndrico expuesto en el Museo de Oxford.

De esta manera, la demonización de Lilith es una crítica a las prácticas de las mujeres canaaneas hacia el 586 a.C, en el que se fusionaron parcialmente los panteones propios de los canaanitas con los hebreos dando a mantener relaciones sexuales pre-matrimoniales y a una sexualidad más abierta que la mostrada por las hebreas.

Lilith es el demonio rebelde, el mal ejemplo que precedió a Eva, más obediente a lo que Adán esperaba de una mujer. No en vano, algunas de las cualidades de esta versión de Lilith parecen haberse inspirado en el principal culto femenino de los canaanitas –el pueblo que según el Antiguo Testamento conquistaron los judíos tras el éxodo por el desierto–, Asheráh, diosa de los partos y la fertilidad.



Por otra parte. el nombre de Lilith aparece, en calidad de bruja, en la Tablilla XII de la Epopeya de Gilgamesh, célebre narración épica acadia de poemas sumerios de 2100 a.C. Según la tradición babilónica, Lilith es descrita como “un espíritu oscuro con una sexualidad peligrosa e incontrolable, y madre de miles de demonios”. En los siglos siguientes y en otras culturas (como la hitita, egipcia, griega, hebrea y romana), Lilith sería llamada con toda clase de apelativos: lechuza, demonio, criatura maligna, ramera, bestia montés y gato cerval.

Según algunos pasajes de la tradición judía, Lilith intenta ayudar a Eva. De hecho, Lilith podría ser la misma serpiente que seduce a Eva para caer en la tentación, y lo haría para liberarla, despertarla, ayudarla a ponerse en contacto consigo misma por primera vez, hacer que también descubra el bien y el mal, el amor y el dolor. Ayudándola a adquirir conocimiento.

 

Tras abandonar el paraíso, Lilith se asentó en la costa del Mar Rojo. Esta región se caracterizaba, según esta tradición mitológica, por la presencia de innumerables demonios, con los cuales engendró nuevas criaturas, «a razón de más de cien por día». Ante este hecho, Dios envió a un grupo de ángeles para exigirla que volviera con Adán: «Regresa con Adán de inmediato o te ahogaremos». A lo que ella respondió que ya no podía regresar porque «Dios me ha ordenado que me haga cargo de todos los recién nacidos, de los niños hasta el octavo día de vida (el de la circuncisión) y de las niñas hasta el vigésimo día». Finalmente, Dios permitió vivir a Lilith, pero la castigó haciendo que cientos de sus hijos demoniacos perecieran cada día. Desde entonces, la hermosa criatura se propuso matar a todos los hijos de Adán y a todas las madres durante el nacimiento y los días siguientes al parto.

El origen del mito de Lilith, según los estudiosos, tendría raíces sumerias o acadias, refiriéndose a un grupo de demonios femeninos derivado de la criatura “Lilitú” (palabra cuya raíz “Lil” significa “viento”, “aire” o “espíritu”). Estas criaturas nocturnas, mitad humanas y mitad divinas, usaban la seducción y el erotismo como armas formidables contra los hombres. Los judíos, así, habrían adaptado al hebreo el nombre de esta criatura maligna hasta vincularlo posiblemente a la palabra “laila” (traducido como “noche”). Desde entonces, la presencia de la rebelde y lujuriosa Lilith se haría común en el folclore y diversos textos del judaísmo.



La única mención en la Biblia de Lilith aparece en Isaías 34:14: “Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también allí reposará Lilit y en él encontrará descanso”, aunque según algunos exégetas no se referiría a un nombre propio de un ser humano sino que a un animal.

Primo Levi, novelista italiano del siglo XX de origen judío, en su obra “Lilit y otros relatos”, pone en boca de uno de sus personajes esta oscura visión de Lilith: “A ella le gusta mucho el semen del hombre, y anda siempre al acecho de ver a dónde ha podido caer (generalmente en las sábanas). Todo el semen que no acaba en el único lugar consentido, es decir, dentro de la matriz de la esposa, es suyo: todo el semen que ha desperdiciado el hombre a lo largo de su vida, ya sea en sueños, o por vicio o adulterio. Te harás una idea de lo mucho que recibe: por eso está siempre preñada y no hace más que parir”.

Hoy, la figura de Lilith, relacionada con una fuerza femenina independiente de origen sumerio asociada a la oscuridad y temida por los hombres, representaría la igualdad frente al hombre y a la mujer rebelde que, viéndose igual a Adán, se rebeló ante sus exigencias de sometimiento y lo abandonó, teniendo otros amores y muchos hijos. En este sentido Lilith habría sido la primera “femme fatal” o “mujer fatal” de la historia, una suerte de súcubo sensual y provocadora que representaba la perdición de los hombres y engendraba hijos (los lilim) con el semen que éstos derramaban durante sus sueños eróticos. Una encarnación de la belleza maligna, así como la madre de la desobediencia y del adulterio.

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