En 1665 (cuando no existían medios científicos) Athanasius Kircher formuló una hipótesis completamente descabellada: “La Tierra era hueca y estaría habitada en su interior”, así como un sistema de galerías destinado a comunicar lugares distantes a través del subsuelo. Sin embargo y hasta 1968 no había ninguna prueba de ello. No obstante, en noviembre de ese mismo año el satélite ESSA-7 mostraría una enorme cavidad (hueco) en un área inhóspita del Polo Norte.

Lo que se aporta a quienes leen este sitio, es una interpretación de ciertas fuentes. La interpretación propia de dichas fuentes. Y pueden estar equivocadas. Más aún, divulgamos para aprender, y aprendemos más cuando nos equivocamos y nos corrigen.

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