Existe una leyenda, cuyo origen se sitúa en el siglo XII en los monasterios del norte de Tíbet.

Cuenta dicha leyenda que los monjes solían estar en permanente desacuerdo, discutiendo sobre cuestiones teológicas pero sin escucharse entre ellos ni llegar a un acuerdo. Esto creaba un gran malestar.

Llegados a este punto, tres monjes pidieron hacer ayuno durante tres días para relajar su espíritu y encontrar la iluminación.

Al día siguiente, apareció en la puerta del monasterio una gata tricolor junto a sus crías recién nacidas cuyo pelaje también incluía los tres colores. Los monjes consideraron que podría ser una señal, acogieron a la gata y sus crías y cuidaron de ellas.

Era tan bella la madre, tanto el cuidado que prestaba a sus hijas y tanto el cariño que les daba en agradecimiento a sus cuidados, que durante varios días únicamente hablaron de ella olvidando todos los problemas internos que tenían.

Los monjes se reunieron para meditar sobre la calma que les había llevado esta familia y uno de los mojes dijo: »yo conozco el secreto de esta pequeña familia. Ellas poseen los tres colores: El blanco y el negro son el yin y el yang, los opuestos. Pero en su pelo también esta el color de la tierra, donde vivimos. Eso significa que aquí, si nos unimos, podemos conciliar nuestras diferencias formando una unión tan bella como su manto y así conseguir la paz.»

Después de un rato en silencio, el monje más anciano habló: »las tres crías son hembras ¿qué mensaje nos puede traer eso?»

Y el joven respondió: »Nosotros no poseemos el don de la vida, una mujer sí. Son hembras y traen un mensaje nuevo, de mutación y cambio, mientras que nosotros somos permanencia.»

El anciano, tras pasar la noche en el monasterio, lo abandonó a la mañana siguiente y se dirigió a las montañas, dejando al joven monje al mando.

A partir de esta leyenda se cree que las gatas tricolor traen la armonía y la paz a los hogares donde habitan.

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