* Los asombrosos puentes colgantes de hierba inca son maravillas de la ingeniería.

* Cuando los conquistadores invadieron Perú, exploraron el accidentado terreno andino y quedaron perplejos por lo que vieron. Fueron sorprendidos por el complejo Qhapaq, una red de carreteras y puentes.

Los imponentes puentes de cuerda, construidos y mantenidos con hierba tejida, fueron la hazaña de ingeniería que realmente asombró a los conquistadores españoles.

Además, había un notable sistema de carreteras que conectaba el vasto Imperio Inca y cubría más de 40 000 km. Este sistema unía a Ecuador en el norte con Chile y Argentina en el sur, atravesando el duro terreno montañoso andino y siguiendo por la costa.

Un logro de ingeniería magnífico que sirvió para vincular y apoyar a la civilización inca en su  expansión.



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Caminos a través de desiertos y pasos de montaña fueron construidos totalmente a mano por ingenieros incas.

Sus puentes colgantes preindustriales eran los más largos; el puente Apurmac cerca de la actual Curahuasi medía (45 m) de largo. Estos puentes fueron construidos para atravesar los numerosos ríos y cruzar peligrosos barrancos.

El New York Times informa que en el siglo XVI, “al menos 200 de estos puentes colgantes cruzaban gargantas de ríos”.

Los puentes de cuerda eran asombrosos y aterradores para los españoles. “Cuando uno está cruzando el puente, se sacude mucho, de modo que puede marear a cualquiera que no esté acostumbrado”, dijo Pedro Sancho, en su crónica de la conquista del Perú en 1534.

 



Los puentes de cuerda inca, que datan del siglo XIII, se construyeron con materiales perecederos como sauces, juncos y hierbas silvestres que luego se tejían y trenzaban para formar cuerdas y cables. Además, estaban hechos para desarmarse fácilmente, lo que fue útil en tiempos de guerra.

Los incas asignaron supervisores a cargo del mantenimiento para vigilar los puentes importantes. Las comunidades locales se vieron obligadas a mantener y volver a tejer los puentes cada uno o dos años debido al clima extremo y la vida útil limitada resultante, un hecho señalado en varias crónicas españolas y continuó hasta el siglo XX.



El Puente Queshuachaca, llamado así por las palabras quechuas para “hierba” y “puente”, cruzaba el río Apurmac cerca de Huinchiri en Perú y se cita con frecuencia como el último puente de cuerda inca que queda.

Cada dos años, se reconstruye durante una fiesta que une a las comunidades vecinas y ejemplifica la estructura social y los valores fundamentales de la cultura andina.

Los obstinados españoles descubrieron esto después de hacer vanos intentos de construir puentes de estilo europeo que los puentes de cuerda inca eran ideales para su entorno. Hoy queda poco de lo que alguna vez fue un excelente ejemplo de ingeniería sostenible. Los puentes de cable de acero lo reemplazaron en el siglo XIX, y las carreteras modernas ocuparían su lugar más tarde.

Sin más por el momento …

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