En este estado permaneció hasta que fue descubierto en 1861 por un obrero que se encontraba extrayendo pizarra en una cantera caliza.
El fosil era del tamaño de un cuervo, con un cráneo no muy diferente al de las aves modernas, excepto en que las mandíbulas en forma de pico tenían pequeños dientes óseos situados dentro de alvéolos, al igual que ocurría con ciertos reptiles.
El esqueleto era decididamente reptiliano con una larga cola ósea, dedos con uñas y costillas abdominales. Pudo perfectamente haber sido clasificado como un reptil, salvo porque llevaba el sello inconfundible de las plumas, esas maravillas de la ingeniería biológica que sólo poseen las aves.
Archaeopteryx lithographica (en griego quiere decir 'antigua ala labrada en piedra'), como se llamó al fosil, fue un descubrimiento particularmente afortunado, ya que la secuencia fosil de las aves es notoriamente pobre.
El hallazgo fue revolucionario porque probaba, más allá de toda duda razonable, la relación filogenética entre aves y reptiles."
Esta replica se conserva en el "Gran Museo del Mundo Maya", Mérida, Yucatán, México.
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