Chiquinho Scarpa es un millonario brasileño que logró ser el foco de las críticas, y los insultos, de todo su país. Un día anunció en su Facebook que iba a enterrar su Bentley, de medio millón de dólares, en el jardín, inspirado en los faraones egipcios que enterraban sus tesoros.

El anuncio consternó a sus compatriotas. Pero el funeral automovilístico iba a servir para resucitar conciencias...

Brasil se convirtió en una nación indignada. La noticia traspasó fronteras. Todo eran feroces críticas, debates, violencia verbal... Pero Scarpa seguía con los preparativos. En los días siguientes publicó un par de fotos más, donde se veía a una excavadora haciendo el agujero para depositar el coche. El 20 de septiembre de 2013 era el día. Allí acudieron los medios, que conectaron en directo y hasta alquilaron helicópteros. Con el hueco cavado, el coche descendió por una rampa. Pero en el momento de echar tierra, Scarpa mandó parar.

"A muchas personas le pareció absurdo este cuento de enterrar mi Bentley. Sin embargo, muchas personas entierran cosas mucho más valiosas que mi propio auto. La gran mayoría de ellas entierra sus órganos. Es el mayor desperdicio del mundo". Su acción era, en realidad, una campaña de la Asociación brasileña de transplante de órganos y con esta falsa ceremonia abría la semana nacional de donación.

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